Bastó llegar este
fin de semana al poblado cabecera de Rafael Freyre, municipio de la norte
oriental provincia cubana de Holguín, para percatarse del entrañable cariño,
admiración y, sobre todo, el respeto que por el Maestro Cándido Fabré Fabré sienten
los miles de personas de todas las edades que radican allí, y que por miles colmaron
la Plaza Cultural
para bailar dos conciertos del carismático sonero y sus músicos.
Fotos, autógrafos,
un beso, un abrazo o un simple y cálido estrechón de manos fueron suficientes para que hombres, mujeres,
ancianos y niños sellaran ese instante único, esperado por seis años, y al que
el Rey de la
Improvisación en Cuba respondió con la misma sencillez y
humildad con la que levanta su pedestal de
grandioso artista.
Sábado y domingo. Dos
conciertos que sumados superaron las diez horas de buena música sonera y que
dejó entre los bailadores varios estrenos, entre ellos: El Pollo de Fanilú, Hello,
Baby, Diosito Santo, y Quién tiene la razón, este último escrito por el genial cantautor
para la Séptima Jornada contra la Homofobia.
La presentación del
25 de mayo reservó minutos conmovedores, y Fabré se hizo grande ellos. Resulta
que Marisol Oramas Arias, mujer discapacitada, asistió al concierto junto a su
madre para no perder la oportunidad de escuchar y ver a quien para ella es uno
de los más grandes exponentes de la música en la Isla.
El hijo de Sixta
reciprocó con atentas palabras el gesto, mientras un fotógrafo registró para la
posteridad esos minutos en una instantánea que Marisol y su mamá guardan ya
entre los más preciados tesoros familiares.
Antes de terminar
la estancia por aquel sitio, y en nombre del pueblo, Armando Daniel Peña Oliva,
del Consejo de la
Administración territorial agradeció la presencia y la
entrega de buena música de Fabré y sus músicos y señaló que no se despiden de
allí “porque Cándido Fabré y su Banda están en el corazón de Rafael Freyre.”
Nada más cerca de
la realidad. Mientras se alejaba la guagua que trasladaba al Maestro de regreso
a Manzanillo, centenares de personas levantaban su diestra en para decir un
hasta luego a Fabré.
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